domingo, 10 de mayo de 2009

BLACK SABBATH, HEAVY METAL ENVASADO EN ORIGEN


Pensé muchos títulos diferentes para esta nota, es que ha sido tan bueno lo de Black Sabbath en el Luna Park, que tengo muchas cosas para decir. Son muy pocas las bandas que pueden juntar tipos de más de 50 con pendejos de 20, eso sí que es trayectoria, pero sobre todo se llama identidad. Y es así porque Black Sabbath es una marca registrada para el heavy metal, la fuente misma del género. Un género persistente a través de los tiempos si los hay, y en donde las diferentes generaciones de músicos fueron tomando de esas fuentes, dándoles vigencia. Pero además la banda, no es algo del pasado que se sostiene penosamente, como sí ocurre con otras grandes bandas del pasado. Black Sabbath es una realidad, contundente, única, maravillosa, 4 tipos que aman lo que hacen, que se saben padres de algo importante, pero que además siguen haciendo lo suyo con una dignidad increible, con una frescura y un profesionalismo fuera de lo común.

Empecemos por Ronnie James Dio. Un verdadero "front-man" arriba del escenario, un gnomo con voz de gigante, un privilegiado vocalista que luce sus cualidades orgullosamente y que como Gardel, cada día canta mejor.

Tonny Iommy, en las guitarras, es lo que le da identidad a la banda, o sea Sabbath sin Iommy, no sería Sabbath. Sobriedad, presencia, estilo y vigencia, un genial guitarrista que no toca para él y su autosuficiencia ( com o por ejemplo sí lo hace Giardino, Vai, Satriani y otros). El tipo toca para la banda, es su engranaje mayor, pero engranaje al fin. Y su principal coequiper, como esas duplas inseparables entre el "enganche" y el goleador, es sin dudas Geezer Butler, de profesión bajista, cuando toca con movimientos mínimos y gesto adusto, con precisión, concentración y eficiencia, moviendo sus dedos excelentemente, la banda vibra y el oyente se conmueve.

En la batería, otro militante de lo suyo, que ha destilado talento por varias bandas y que en Black Sabbath se lo ve a pleno, Vinnie Appice. En fin , nada de glamour ni cosa circense, simplemente 4 increibles músicos arriba del escenario, haciendo algunos clásicos intercalados con temas nuevos (sí señor, porque Black Sabbath sigue creando música).

Por supuesto, el escenario estaba ambientado con una estética medieval, propia de la banda que en sus letras recrea cultos paganos.

El público muy variado. Mucho cuero y remeras negras. Los cuarentones éramos mayoría y nos reíamos de nosotros mismos, recreando algunos de los rituales que hace 25 años eran parte de nuestra vida, por no decir que eran nuestra vida misma. He reído y llorado de emoción ante cada acorde que permitía adivinar cada tema. La gente metalera es fiel como ninguna otra, porque aunque los años pasen y las personas vayamos evolucionando, siempre llevamos muy bien guardado en nuestro corazón, algo que es mucho más que un tipo de música, es energía en estado puro. Y las energías sólo están presentes en el alma de las personas. Esta es la tercera vez que veo a la banda y ojalá Dios me dé muchas otras veces. He dicho.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

YO TAMBIEN FUI, COMPARTO TODO LO QUE DECIS. EXCELENTE TU NOTA, TENES BUENA PLUMA PARA DECIR LAS COSAS CON JUSTEZA. UN SALUDO
LUDMILA

Anónimo dijo...

Chelo, te veo más como cronists de rock, que de política. Larga la docencia y dedicate chavón. Yo no pude ir, no tenía un mango